viernes, 15 de mayo de 2015

BARCOS PIRATAS





 Barcos para listos para abordar
Los piratas se dedicaban a robar y cuanto más mejor. Aunque asaltaban buques de todo tipo, normalmente sus presas eran pesadas buques mercantes, cargados de todo tipo de riquezas, oro, plata, etc.

Para poder dar alcance a las embarcaciones con mercancías, utilizaban embarcaciones y lanchas ligeras. Ya que los piratas no trasportaban mercancías, a no ser los botines robados.Solo necesitaban buque que fuera capaz de llevar sus armas y provisiones.

corsario y pirata
Tampoco necesitaban ser muchos piratas, con unos 50 piratas eran más que suficiente. Un barco mercante solía llevar pocos tripulantes.

Los barcos de los piratas acosaban a los lentos Galeones



Los piratas y la navegación marítima
La Brújula, el telescopio, el cuadrante ..
La navegación de la época era muy primitiva. Mientras los barcos piratas estuvieran viendo la costa, con una carta marina podían orientarse y llegar a su destino, tal como hacían los navegantes de la Antigüedad. Pero al perder de vista la costa necesitaban instrumentos de navegación que los orientasen.

Normalmente eran instrumentos muy simples pero que cumplían su misión. Algunos de ellos eran básicos. Por ello necesitaban para su utilización que tuvieran que mirar directamente al sol, por lo que muchos capitanes piratas acaban perdiendo la visión del ojo.
Instrumentos como la brújula, que a veces se fabricaban ellos mismos si disponían de magnetita. Y otros como el reloj de sol, telescopio, ballestilla, el cuadrante, diagrama giratorio, astrolabio, etc.

Una vez atravesado el Océano Atlántico los piratas se encontraban con un enorme continente que desconocían. Uno de los botines más preciados eran las cartas de navegación españolas y portuguesas, que reflejaban las posiciones de las colonias, los lugares donde aprovisionarse, los peligros y como superarlos.

Estas Cartas marinas eran todo un tesoro ya que en ellas estaba reflejada la experiencia de más de un siglo en América de los navegantes españoles y portugueses.

Barcos prepardos para el abordaje.
¿ Que características y porqué los elegían?
corsario y pirata
Un barco que fuera muy rápido
La velocidad era fundamental
Al ser la velocidad de su barco tan imprescindible para los piratas, además de disponer de buques rápidos tenían que dedicar gran parte de su tiempo a su conservación.

Un perfecto estado de las velas y aparejos, unidos a un diestro manejo incrementaba la velocidad considerablemente.

La conservación del casco del barco, se tenía que realizar cada cierto tiempo. Ya que la estancia prolongada navegando el mar, hacia que sele adherieran a su casco tanto la vegetación marina como moluscos de todo tipo. Toda esta capa, restaba velocidad a la nave, al suponer un obstáculo para el oleaje y las aguas marinas.

corsario y pirata
Un barco armado con cañones
Cañones ligeros y manejables
Al no ser buques de mucho tonelaje ni demasiado grandes, y no querer llevar un peso excesivo, evitaban también pesados cañones.

La mayor parte de sus cañones eran ligeros, y los utilizaban sobre todo para despejar la cubierta del buque asaltado. La metralla barría literalmente la cubierta obligando a la tripulación a ponerse a cubierto.

Los piratas utilizaban pequeños cañones como la culebrina, que lanzaban una auténtica lluvia de metralla sobre la cubierta del otro barco para atacar a los tripulantes, y la despejaban antes del abordaje del buque que quedaba practicamente desierta.

corsario y pirata
Embarcaciones y lanchas de vela
Incluso botes o piraguas de remos
Sobretodo en sus inicios los bucaneros utilizaron también embarcaciones y lanchas, botes, piraguas, etc. Embarcaciones y lanchas de remos o velas y muy ligeras para trasportar los piratas hasta los barcos a asaltar.

Bien desde la costa, si el buque se estaba aprovisionando, o bien desde otro buque, se dirigían hasta ellos, armados hasta los diente con barcos para cortarles la retirada.

Con mosquetes de larga distancia, iban disparando contra el timonel y todo tripulante que aparecieran sobre cubierta. De esta manera paralizaban la actividad del buque, que no podía ni maniobrar, y por tanto muchas veces ni siquiera salir huyendo.
Este artículo trata sobre la piratería marítima. Para otros usos, véase Piratería (desambiguación).
Para otros usos de «pirata» o «piratas», véase Pirata (desambiguación).

Jolly Roger de Calico Jack,1 tenida como representación clásica y simbólica de la piratería.
La piratería es una práctica de saqueo organizado o bandolerismo marítimo, probablemente tan antigua como la navegación misma. Consiste en que una embarcación privada o una estatal amotinada ataca a otra en aguas internacionales o en lugares no sometidos a la jurisdicción de ningún Estado, con el propósito de robar su carga, exigir rescate por los pasajeros, convertirlos en esclavos y muchas veces apoderarse de la nave misma. Su definición según el Derecho Internacional puede encontrarse en el artículo 101 de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar.2

Junto con la actividad de los piratas que robaban por su propia cuenta por su afán de lucro, cabe mencionar los corsarios, un marino particular contratado que servía en naves privadas con patente de corso para atacar naves de un país enemigo. La distinción entre pirata y corsario es necesariamente parcial, pues corsarios como Francis Drake o la flota francesa en la Batalla de la Isla Terceira fueron considerados vulgares piratas por las autoridades españolas, ya que no existía una guerra declarada con sus naciones. Sin embargo, el disponer de una patente de corso sí ofrecía ciertas garantías de ser tratado como soldado de otro ejército y no como un simple ladrón y asesino; al mismo tiempo acarreaba ciertas obligaciones.

Índice  [ocultar]
1 Etimología
2 Historia
2.1 Antigüedad
2.1.1 Grecia y Egipto
2.1.2 Roma
2.2 La Edad Media
2.2.1 Piratería en el Mar Adriático
2.2.2 Los vikingos
2.2.3 El Índico medieval
2.2.4 El Mediterráneo
2.2.5 Los vitalianos
2.3 Edad Moderna
2.3.1 Los corsarios berberiscos
2.3.2 Los corsarios cristianos
2.3.3 Los franceses descubren el oro de las Indias
2.3.4 El corso inglés
2.3.5 La piratería en el Caribe español
2.3.6 La decadencia de la piratería caribeña
2.3.7 Piratas del pacífico español siglo XVII
2.4 Edad Contemporánea
2.4.1 Siglo XIX: las costas chilenas
2.4.2 Siglo XIX: piratería en Estados Unidos
2.4.3 Piratería en los siglos XX y XXI
3 Referencia popular
4 Democracia pirata
5 Literatura y piratería
6 Piratas célebres
6.1 De ficción
7 Véase también
8 Referencias
9 Bibliografía
10 Enlaces externos
Etimología[editar]
Según algunos autores,[¿quién?] la voz pirata viene del latín pirāta, que por su parte procedería del griego πειρατης (peiratés) compuesta por πειρα, -ας (peira), que significa 'prueba'; a su vez deriva del verbo πειραω (peiraoo), que significa 'esforzarse', 'tratar de', 'intentar la fortuna en las aventuras'.

Otros autores[¿quién?] abogan porque proviene del griego pyros ('fuego'). El fundamento que se alega es que tras un acto típico de amotinamiento en un barco, para eliminar cualquier tipo de pruebas y toda posibilidad de buscar culpables finalmente se le prendía fuego, no sabiendo por tanto quién había muerto en la trifulca y quién no, resultaba prácticamente imposible encontrar algún culpable si se daba a todos por desaparecidos. Siendo por tanto el término pirata equivalente a incendiario. En este sentido, el término pirata fue usado con anterioridad como actos puntuales de amotinados y saqueadores y no sólo referente al mar. Cuando esto era así aún no existían piratas en el concepto que más tarde se implantó. Como suele suceder en todas las épocas, una voz aplicada para denominar a un determinado colectivo, en base a un determinado hecho, se acaba generalizando a un rango mayor y menos específico y aplicando a todo saqueador en general, y más específicamente a los saqueadores del mar (toda vez que existían múltiples voces para designar a los «saqueadores de tierra»), quemara ya, o no, el barco. Cuando más adelante en el tiempo los saqueadores se organizan surcando el mar y no necesariamente como resultado de un amotinamiento, tienen la necesidad de reparar su propio barco (dañado por los ataques o por lo embates del mar) y por supuesto de apropiarse el ajeno. Sin embargo, el barco abandonado en la mayoría de los casos seguía siendo incendiado.

A partir de entonces la voz ha sufrido muchos cambios, perdiendo la exclusiva como sinónimo de incendiario. La voz pirata provenía originariamente de la pirotecnia y de los inevitables accidentes asociados por los artesanos que militar o civilmente ocurrían de cuando en cuando. No hay que olvidar que la pirotecnia fue introducida en Occidente por los árabes en la forma de fuegos artificiales y que esto tomaron en parte de Asia y en parte remanente del esplendor romano. La voz no aparece antes de la invención de la pólvora y es notable que durante los siglos en que duró la piratería de forma «oficial», los progresos en pirotecnia quedaron estancados, siendo estos siglos los XVI, XVII, XVIII y mediados del XIX. Lo que se supone es debido a que los gobiernos monopolizaron la industria de la pólvora.

Al hablar de piratas, resulta más propio desde un punto de vista histórico hablar más de navíos que de barcos. No obstante, a fecha de hoy usamos ambiguamente barco como sinónimo de casi cualquier embarcación.

Este término califica a las acciones llevadas a cabo por personas en embarcaciones y, desde mediados del siglo XX, en aviones, para retener por la fuerza a las tripulaciones y pasajeros, así como a los propios transportes. Esta definición es dada por organismos como la ONU o la Real Academia Española.3 Sin embargo, varios autores expertos en piratería, como el alemán Wolfram Zu Mondfeld, amplían la piratería a aquellos ataques realizados desde el mar contra buques y posiciones en tierra para robar o conquistar, pero sin hacerlo en nombre de ningún Estado, al menos oficialmente.

Los términos filibustero y bucanero, más específicos, están relacionados con la piratería en el Mar Caribe.

Historia[editar]
Antigüedad[editar]
Las zonas de mayor actividad de los piratas coincidían con las de mayor tráfico de mercancías y de personas. Las primeras referencias históricas sobre la piratería datan del siglo V a. C., en la llamada Costa de los piratas, en el Golfo Pérsico. Su actividad se mantuvo durante toda la Antigüedad. Otras zonas afectadas fueron el Mar Mediterráneo y el Mar de la China Meridional.

Grecia y Egipto[editar]
Aunque los datos no son muy abundantes, por los mitos sabemos que los griegos clásicos fueron buenos piratas. Uno de los más famosos fue Jasón, quien guio a los Argonautas hasta La Cólquida en busca del Vellocino de oro, lo que, aunque no entre en la definición española de piratería, para algunos es, sin ningún género de dudas, un acto de piratería (personas que vienen por mar para robar).1

También Ulises u Odiseo, según las traducciones griega o latina, realizó varios actos de piratería en su regreso a Ítaca, como narra Homero en la Odisea.

Con estos dos ejemplos podemos ver una constante que se repetirá a lo largo de los siglos. Los piratas son, en muchas ocasiones, considerados héroes nacionales en sus países, pese a practicar lo que en tierra se llamaría robo y secuestro. Especialmente en una sociedad como la griega, donde el oficio de las armas era reconocido y estimado, un motivo que llevaba a glorificar, en lugar de denostar, actos como el citado de Jasón. Debe tenerse en cuenta que el oficio de mercenario, si bien es verdad que es llevado a cabo en tierra, no tenía connotaciones negativas como las tiene actualmente.4

Uno de los piratas griegos más famosos de los que sí se tienen referencias fue Plutarco de Samos, quien en el siglo VI a. C. saqueó toda Asia Menor en diferentes expediciones y llegó a reunir más de 100 barcos.5

También los egipcios consideraban piratas a los Pueblos del Mar porque su principal expedición invasiva se dio por vía marítima y con la finalidad de efectuar saqueos. Sin embargo, muchos otros autores no comparten esta clasificación porque los Pueblos del Mar sólo fueron marineros en el último momento de su historia.1

Roma[editar]

Trirreme romano en un mosaico tunecino.
En la época final de la República, los piratas en el Mediterráneo llegaron a convertirse en un peligro, desde sus bases primero al sur de Asia Menor en las montañosas costas de Cilicia y más tarde por todo el Mediterráneo, puesto que impedían el comercio e interrumpían las líneas de suministro de Roma.

A diferencia de siglos posteriores, los piratas de la Antigüedad no buscaban tanto joyas y metales preciosos como personas. Las sociedades de aquella época solían ser en su mayoría esclavistas, y la captura de personas para ser vendidas como esclavos resultaba una práctica altamente lucrativa.5 Pero también se buscaban piedras preciosas, metales preciosos, esencias, telas, sal, tintes, vino y otros tipos de mercancías que solían transportarse en los barcos mercantes, caso de los fenicios.6

Uno de los casos más conocidos de piratería contra las líneas de navegación lo protagonizó Julio César, que llegó a ser prisionero de los piratas cilicios (75 a. C.). Plutarco en Vidas paralelas cuenta que el jefe cilicio estimaba el rescate en 20 talentos de oro, a lo que el joven César le espetó: «¿Veinte? Si conocieras tu negocio, sabrías que valgo por lo menos 50». El cautiverio duró 38 días, en los cuales el rehén amenazó a sus captores con crucificarlos. Finalmente el rescate se pagó y el futuro cónsul de Roma fue liberado. Pero César cumplió su amenaza, y cuando recobró la libertad organizó una expedición, pagada con su propio dinero, durante la que apresó a sus captores y los crucificó a todos.5

La piratería, sobre todo la perpetrada por piratas cilicios, alcanzó niveles preocupantes para Roma hacia el final de la República. En el 67 a. C., el senado romano nombró a Pompeyo procónsul de los mares, lo que significaba que se le otorgó el mando supremo del Mare Nostrum (el Mar Mediterráneo) y de sus costas hasta 75 km mar adentro. Se le concedieron todos los ejércitos que se encontrasen a las costas del Mediterráneo, contando así con unos 150.000 efectivos, así como el derecho de tomar del tesoro la cantidad que necesitase. Finalmente, se le proveyó con una flota bien pertrechada. En diversas operaciones eliminó en cuarenta días a todos los piratas de Sicilia e Italia y, tras el asedio y toma de Coracesion, a los piratas de Cilicia, acabando así, en cuarenta y nueve días, con los piratas de la zona oriental del Mediterráneo. Asimismo debe apuntarse que dichos piratas sólo presentaron la resistencia imprescindible para poder solicitar una rendición honrosa.

La Edad Media[editar]
Artículos principales: Alta Edad Media y Baja Edad Media.
Siguiendo la división historiográfica clásica podemos dividir a la Edad Media en Alta y Baja. En la primera, los piratas protagonistas fueron los vikingos y los árabes; en la segunda, el centro de atención se desplaza más hacia el Mediterráneo Oriental y la creciente expansión del Islam.

Piratería en el Mar Adriático[editar]
Artículo principal: Pagania
Pagania fue un territorio poblado por la tribu eslava conocida como los narentinos (neretljani) en una zona del sur de Dalmacia (en la actual Croacia), al oeste del río Neretva (Narenta). Eran conocidos por su destreza marítima y su dedicación a la piratería.

Los vikingos[editar]
Artículo principal: Vikingo

Rutas y años de la era vikinga.
Aunque este pueblo permaneció sumido en luchas internas durante varios siglos, en 793 realizan el primer ataque en la costa norte de Inglaterra y dos años después en Irlanda.

Desde esa fecha hasta poco después del año 1000, los pueblos del norte efectuaron todo tipo de incursiones en el mar del Norte, el Cantábrico y el Mediterráneo (tanto oriental como occidental). El radio que alcanzaban sus excursiones fue aumentando progresivamente, según crecían sus conocimientos de la costa y los ríos navegables. Así, entre otras acciones, podemos reseñar:

793 primer ataque en las Islas Británicas.
795 primer ataque a Irlanda.
820 ataque a los actuales Países Bajos.
834 ataque por los ríos Sena y Loira.
840 ataque a la península Ibérica.
No existe una postura unánime entre muchos de los historiadores de la razón que llevó a algunos hombres del norte, no a todos, a ir de saqueo (vikingo viene a significar 'el que va a saquear', o también 'el que merodea por las costas').7 Los vikingos no solían vincular sus acciones a otros ideales que no fueran el conseguir riquezas, esclavos o tierras donde asentarse, ni tampoco solicitaban algún tipo de permiso a una autoridad superior que justificara sus acciones, como sería posteriormente el caso de los franceses e ingleses con sus patentes de corso. No obstante, la formación de grandes partidas para realizar ataques costeros coincide al menos con la época en que en Escandinavia la población comenzó a organizarse en reinos más o menos extensos y consolidados.


Modelo de barco vikingo.
Las expediciones vikingas solían formarlas decenas o cientos de buques navegando y atacando juntos; en contraposición con otras anteriores y sobre todo con las posteriores en el Mar Caribe, donde lo frecuente eran ataques de pocos barcos o incluso de uno solo. Debe tenerse en cuenta que un drakkar vikingo podía transportar unos 32 o 35 hombres, como lo atestigua el Barco de Oseberg encontrado en la granja Oseberg de Vestfold, Noruega en 1903.8

Un ejemplo de estas expediciones lo tenemos en las crónicas sobre la primera incursión vikinga a la península Ibérica en el 840. Un número indeterminado de naves bordearon la costa asturleonesa hasta llegar a la actual Torre de Hércules (su gran tamaño debió de parecerles importante) y saquearon la pequeña aldea emplazada a sus pies. Ordoño I tuvo noticias de la expedición y condujo a su ejército contra los vikingos, a quienes derrotó recuperando buena parte del botín y apresando o hundiendo entre sesenta y setenta de sus naves, lo que quizá no constituía ni la mitad de la fuerza desplazada por la expedición, como demuestra el hecho de que siguieron su campaña de saqueos. En Lisboa los cronistas hablan de una escuadra compuesta por 53 bajeles.9

Los vikingos supieron unir a sus grandes dotes marineras la sorpresa y la no poca ferocidad en el uso de la espada. Sin embargo, este pueblo goza de cierta leyenda rosa en lo que a sus dotes militares respecta. Se tiene la idea de que eran los más terribles guerreros europeos o mundiales de la época, siempre dispuestos a luchar hasta la muerte con la esperanza de sentarse a la mesa en el banquete de Odín, tras haber tenido el privilegio de morir con la espada en la mano. Frente a esta leyenda, la historia muestra hechos donde se ve que, como cualquier pirata, atacaban aquello que creían poder conquistar y en muchas ocasiones huían o se rendían. Un ejemplo lo aporta su primera incursión en Al-Ándalus, donde tomaron Cádiz y subieron de nuevo por el Guadalquivir, saquearon minuciosamente Sevilla desde la que lanzaron avanzadillas a pie. No obstante, cuando Abd Rahman II salió con sus hombres y, tras algunas batallas, los vikingos vieron que no podían con la fuerza andalusí, aquellos huyeron, abandonando Sevilla y a muchos rezagados, quienes se rindieron a las fuerzas del emir y terminaron, o bien criando caballos y haciendo queso, o bien con el viejo castigo para la piratería: ahorcados, en este caso de las palmeras de Tablada.9 La horca para los buitres del mar sería posteriormente casi institucionalizada por los captores de piratas y también por artistas en sus obras, como el poeta español José de Espronceda lo inmortalizaría en obras como la Canción del pirata con sus versos

Y al mismo que me condena
Colgaré yo de una antena
Quizá en su propio naví

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